Cada una de las zancadas del gigante contaba por seis de la bruja. Gustavo veía con espanto cómo el puño se acercaba más y más, subiendo y bajando como el martillo de una fragua.
—¡LEÑA! ¡LEÑA!
—¡Más deprisa, corred más! —gritaba Cornelia aleteando frente a ellos.
Ya estaba muy cerca, apenas dos pasos más...